En la búsqueda de la lámpara LED perfecta, hay varios aspectos técnicos que debemos tener en cuenta. Algunos conceptos son totalmente diferentes a los más tradicionales (como el de ‘potencia’, por ejemplo) por lo que merece la pena desarrollarlos y explicarlos con el detalle que merecen, de forma que la elección de una lámpara LED no se deje al azar y cumpla con las expectativas buscadas.
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¿De qué partes se compone una lámpara LED?
Sea de la clase que sea (que hay muchas y para cubrir un amplio espectro de necesidades) cualquier lámpara de esta clase comparte una serie de elementos en común, algunos de los cuales tienen una influencia directa en la elección de la mejor:
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– Casquillo: se requiere especial atención a esta parte concreta, ya que es el mecanismo que fija la bombilla en el correspondiente portalámparas. Se ocupa de que la tensión de la red llegue hasta el interior de la lámpara para que pueda cumplir con su función, es decir, que se encienda. Existen multitudes de tipos de casquillo, aunque el E27 es el más conocido en la actualidad.
– Disipador: aquí se aloja el conocido como driver, un elemento cuya influencia es directa en la disipación del calor que emite la lámpara. Suelen ser de aluminio, o incluso de material cerámico, para que la disipación pueda ser alta. Del mayor o menor grado depende directamente el número de horas útiles de cada lámpara.
– Difusor: en la elección de la mejor lámpara LED para cada espacio también depende el ángulo de apertura, y por lo tanto la superficie iluminada con una sola luminaria. El más conocido es el difusor que tiene forma de ‘globo’.
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¿Cuáles son las lámparas LED más habituales?
Existen una gran cantidad de lámparas. Cada una de ellas tiene la misión de servir a un uso específico, de ahí que un cierto conocimiento del material existente, en este caso del tipo de casquillo, sea fundamental para el éxito en la elección. A pesar de que el listado es largo, hay algunas tipologías más comunes y con una gran cuota de mercado:
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– Lámparas LED E27: conocidas popularmente como “lámparas LED de rosca gorda”son las más habituales. Están disponibles en un gran abanico de potencias, formas, diseños y, por supuesto, de ángulos de apertura.
– Lámparas LED GU10: también son de las más conocidas, ya que se han convertido en las sustitutas perfectas de las lámparas halógenas dicroicas. Generalmente, funcionan a 220Vac, de manera que la sustitución de una vieja bombilla por una de esta clase es muy sencilla.
– Lámparas LED E14: junto a las dos anteriores completan el listado de las lámparas LED más comunes. Son las indicadas para la eficiencia energética y el ahorro de las bombillas de este tipo. A diferencia de las E27, las E14 tienen el casquillo más fino, concretamente de 14mm.
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Elección de la potencia de una bombilla LED
Cuando se decide el tipo de iluminación de una casa o la lámpara más adecuada, no influye únicamente el tipo de casquillo. No se debe perder de vista el ambiente donde se quiere colocar la bombilla LED, y la actividad que se desarrollará dentro. Una vez determinado este aspecto y el tipo de lámpara a seleccionar, se tendrán en cuenta otros aspectos relevantes como la potencia o el número de lúmenes requeridos.
La irrupción de la iluminación LED ha permitido, entre otras muchas cosas, dejar de pensar en vatios de potencia. En la actualidad, el número de vatios no determina la cantidad de luz que emite una bombilla, que en el caso de los leds se mide en lúmenes. No obstante, los vatios siguen siendo un dato relevante a la hora de elegir la nueva lámpara, puesto que es necesario conocer la equivalencia entre ambas tecnologías, una especificación que siempre viene contemplada en las características de un modelo LED.
Una vez ‘desechado’ el concepto de vatios y la entrada en juego de los lúmenes, es importante aclarar que estos últimos indican la cantidad de luz que emite una bombilla LED. Pero, ojo, sí a la lámpara ideal se le pide más o menos flujo luminoso, se deberá seleccionar en función de sus luxes, o ángulo de apertura. ¿Por qué es importante este aspecto? Porque afecta de forma directa a la uniformidad de la luzy también al número de luminarias que debemos utilizar en cada caso.
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¿Importa la temperatura de color?
Hablar de color en el mundo de las lámpara parece contradictorio, aunque lo cierto es que los grados kelvin, la unidad de medida que determina la temperatura de una bombilla, también tiene un poder de decisión fundamental en la elección de una luminaria. Esta unidad varía de los 1000 K (tono más rojizo) hasta los 10000 K (tono más azulado). A pesar de las variaciones en la graduación, lo normal es hablar de blanco frío, natural y blanco cálido.
Una vez más, el ambiente donde se coloca la lámpara tendrá una gran influencia en la elección. Por ejemplo, el blanco frío se suele elegir para las cocinas, mientras que en las habitaciones se opta por una luz más cálida en busca de ambientes más acogedores.
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Vida estimada y ciclos de encendido
Porque no es lo mismo iluminar un garaje que una cocina, las horas de vida útil de una lámpara LED también son un punto de atención importante durante el proceso de elección. En función del modelo elegido, se puede hablar de 30.000 horas de vida estimada. En cambio, los ciclos de encendido detallan de forma aproximada el número de veces que se puede apagar y encender una bombilla antes de comenzar a fallar.
